Aquí en mi regazo siento tu ira profunda
y tus latidos de acero acechan mi alma.
Succionas mi amor (y lo mantienes firme)
en estos tiempos de cromaticidad en que
nos hemos bautizado Hijos de la Tierra
sin antes haber aprendido a amarla.

Yo disfruto de tí cada segundo mientras
los demás ignoran tu vivo disfraz,
colorido y audaz que cautiva mi aliento
en tu seno divino.


Caer para volar





















En el transcurso de mis días (mis irregulares e indecisos días)
he dado múltiples pasos en falso que me han llevado a
comprenderme un poco mejor y a mirarme con otros ojos.
En realidad no era más que un sinfín de temores ocultos en
mis cerebro, aunque algunos de ellos se hallaban
también en algún que otro barrio de mi corazón.
Después de todo lo ocurrido en mi transcurrir, he caído en lo
más hondo de mis posibilidades, desechadas por el váter.
Pero volví a levantarme con agallas un tanto miedosas aunque
suficientemente valiosas como para alzar el vuelo. Y volé.
Volé hasta alcanzar los cuervos que huían de mi antes
atormentada cabeza.

Con el tiempo he descubierto que las preguntas que nos
formulamos diariamente y el vaivén de la justicia e injusticia no
significan nada sin un corazón imperfecto, que tratamos de
calificarnos de arrogantes con derechos, creemos que el amor y
otros desastres naturales son desastres por culpa del futuro y
naturales porque sí. Estamos equivocados. No caemos en la
cuenta de que la relatividad es lo más importante de todas las
cosas de este Universo frágil y oscuro del que hablamos con
recelo. Me siento culpable de no haber recordado todo eso, de
que por un instante casi eterno entré en un bucle sin sentido ni
razón en el cual creí poder adaptarme bajo la atenta mirada de
mis mentiras. Y desde entonces he recurrido a mi subconsciente
tratando de hallar la paz en las pequeñas cosas de la vida y de la
muerte, en algo con lo que poder sentirme fuerte y virtuosa, capaz
de volar por entre el lodo que los días interponen en esta larga y
extraña historia de la existencia.
No temo a la muerte si sé que cuando llegue la hora de irme con
ella por siempre, le diré que de nada sirve; habré vivido
todos estos años a su lado, burlándome de ella con descaro.
Eso, es vivir.

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